domingo, 28 de abril de 2013

Ignorantes de metal


Somos fríos,
sin remedio, de metal,
ahogamos a nuestra madre verde
al olvidarnos de ella,
buscando órdenes huecos
y estructuras de cristal.

Tragamos hierro y cemento,
 drogas que nos consumen,
huimos de los lamentos
de la tierra que nos une,

pues los idiotas,
queriendo crecer,
sólo conseguimos envejecer
tras las montañas,
perecer bajo las ramas
de los árboles de los que emanaba
el susurro de los vientos,
ahora también muertos,
ignorando que son nuestras entrañas.



Somos ciegos al creernos
dueños de este mundo,
¡Que la natura rompe al hombre,
por una ranura en su muro!

Crecerá de nuevo la hiedra,
rajará la tierra carreteras,
el viento será el látigo del ladrillo,
el trueno con su aullido descargará
la furia de los siglos de opresión
y el ser humano entenderá
que cuando mataba a su madre
era él quien moría,
con una risa de ironía,
entre los restos y el carbón.



Las reglas del juego aquí








domingo, 21 de abril de 2013

Yo soy uno


Yo soy uno,
 y soy todo,
soy mi principio
y el fin que me acompaña,
 pues una sosegada existencia
 es el puente entre dos inicios.

El viento guía mi viaje hacia la nada,
que para nosotros, debe serlo todo,
dulce anhelo de la libertad, manchada,
la imposible búsqueda del alma invisible.

El camino de mi vida,
 es recorrido por las memorias de la historia,
no por mí,
pues el asfalto
ya fue adherido a mi tierra por otros,
me hicieron el trabajo,
 yo sólo tengo que seguir
 desde donde lo dejaron.

Tal vez no quiera.
tal vez yo ame mi propia existencia,
 mi propio camino,
 mis propios errores.

Tal vez mi destino no esté escrito
por una sociedad que yo no pedí,
 por unas tradiciones que yo no inventé,
 por un gobierno que yo no entendí.

Pues aunque el ser,
 en su profundo sueño,
crea que su vida vale poco,
hay sin embargo
algo en su más recóndito interior,
que hace que sobreviva,
y no aún sólo eso,
 sino lo más importante,
que busque la vida.




Encontrarás las Reglas del juego aquí.



domingo, 14 de abril de 2013

Mundos adversos más allá de los ojos de un muerto


Solía vivir en un mundo sencillo. Un mundo en el que lo que estaba bien era el bien y lo que estaba mal era el mal. Un mundo simple donde las cosas las conocías. Solía vivir en un mundo ideal, un mundo donde la gente sabía y hacía lo que sabían hacer. Donde quería lo que amaba y amaba lo que quería. Donde la claridad dejaba ver donde estás y quien eres sin temor a equivocarte. En ese mundo no se me podía comparar, no era ni mejor, ni peor, ni igual. Era un mundo ideal. Aprendí que nada es para siempre, puede que sea verdad.
Ese mundo se deshizo como polvo en el desierto, sin encontrar ningún puerto al que llegar salvo el olvido... El culpable soy yo mismo. 

El mundo lo vi plano, lo vi positivo o negativo y nada más, lo vi como algo demasiado aburrido y lo quise mejorar. Cambiar las reglas. Me dijeron que no era una buena idea, que era algo que no debía hacerse, nadie escucha y yo no soy excepciones. Lo transformé en un mundo complejo, lleno de niebla y caminos en espiral que conducen a realidades que no entenderé jamás. 

Este mundo ya no es mío, antes las cosas existían sin mí, siempre lo hicieron y lo harían después. Todo tenía su lugar, la Luna iba en el círculo, el queso en el triángulo, las cajas de zapatos en el rectángulo. Jamás volveré a saber qué es eso. 
La gente comienza a juzgarme, como algo irreal, algo que a lo que oír pero no escuchar, soy difícil de comprender y no se van a molestar en conocer lo que no conocen. Puede que lo sea, yo ya no lo sé, la duda corroe todo mi ser como la serpiente que es en mi madriguera. 

A veces me gusta olvidar, como algo que no seré, fui y quizá sea. Recordarme sería inútil y me movería con vendas en los ojos para poder sonreír de nuevo... 

Este mundo es doloroso. Aunque hay cosas que no se pueden medir, ni comparar, ¡como antes! La parte triste es que, aquello que tiene esa capacidad, son cosas como el dolor que se siente al saber que todo lo que amaste no era amor sino ciega dependencia, o el dolor que da darse cuenta de que la seguridad de saber qué ocurre y qué sientes es algo que jamás volverás a conocer o cuántos puñales te clava la soledad cuando llega el invierno y tu contestador muere por dentro al no llegarle ninguna llamada. 
Es un camino de zarzas, lleno de cadáveres que no saben por qué han entrado o qué hacen ahí, se ve oscuro como los intestinos de un demonio, se ve terrorífico como la mirada de un espectro, se siente frío como el corazón de los que allí vivimos. 

Pero... ¡hey! No todo es tan inhumano. De vez en cuando miro hacia arriba y veo los cielos que antes no podía ver, llenos de fuego, color, amigos y luz, y créeme cuando digo que las zarzas no duelen mientras sepas que ese cielo está sobre tu cabeza. 

Este tipo
Desde tu cafetería más cercana, callado


Historia por Historias Irrelevantes

domingo, 7 de abril de 2013

Techos Inalcanzables



En las zonas del norte del antiguo Occidente se creía en toda clase de seres olvidados, de hazañas nunca realizadas, de héroes no escritos, de criaturas de poderes viejos, de estrellas invisibles y de palabras inexistentes. Los brujos de entonces comenzaban a usar alquimias y magias propias. Los dioses eran salvajes demonios, los ángeles animales guía y los osos espíritus de viejos chamanes que no quisieron acabar tan pronto su existencia. 

Los poblados de la aurora boreal eran guardianes de sus propios secretos y entre ellos la aurora boreal. La aurora, junto a la tormenta, tuvo una hija la cual confió a un lago secreto custodiado por las mujeres escandinavas. A partir de su magia, astucia e ingenio mantenían alejados a todo aquel curioso, viajero, enemigo y extraño de la bella hija de aquella que se ve cada noche. Se cuenta que de su sangre brotaba el más rico de los néctares y de sus lianas colgaba el más suave de los tejidos. Las custodias lo sabían bien, su prueba más dura era abstenerse de todo eso. 
Esto se decía entonces:

"De entre todas las mujeres la hija de la única diosa nacerá inmortal entre aguas de eternidad y de ella brotará el color que nunca se apaga. Así se custodie por siempre hasta que el fuego que no hace sombra aniquile a los dioses".

Una noche de solsticio una de las guardianas entre la mirada de las Lunas le arrancó un brazo a la nacida del crepúsculo matutino y huyó con ello. Nadie podía escapar de los astros entonces, ni en sueños. No hay escritos que hablen de ella o de qué le sucedió pero el brazo retornó con el tiempo, "siempre lo hace". Más incidentes ocurrieron, el ser humano nunca fue ni es perfecto, ni siquiera entonces, pero todo retornó siempre, como una constante en el tiempo. Como algo custodiado incluso del cambio. Imperecedero. Eterno. Inmortal.

El lago sigue siendo un misterio, nadie sabe si existe, su localización, si esta leyenda es falsa o verdadera, si es cierto que ellas lo siguen custodiando. Mi conocimiento no llega hasta tanto, puede que algún día alguien me traiga un libro al respecto, hasta entonces, siempre pensaré que entre los inviernos perpetuos un árbol eterno se esconde entre aguas de cristal bajo la atenta mirada de la dama nocturna de los mil colores, como una joya entre los mapas. 




Historia por Historias Irrelevantes



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Con esta entrada se inauguran las colaboraciones entre blogs de mi apartado El juego. Ya hay en marcha otra más para la semana que viene.